domingo, 12 de junio de 2011

O SI!... ¡O NO!

Culminamos, con esta gran Pascua del Espíritu Santo, los días en que hemos celebrado con gran alegría los días siguientes a la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Si estos cincuenta días pascuales han servido para ensanchar más nuestras almas y para llenarnos de la vida que nos ha traído Cristo, podemos decir que –no solamente lo hemos celebrado-- sino que, además lo hemos vivido y sentido. ¡Feliz Pascua de Pentecostés! ¿Sí o… no? ¿Convencidos o confusos? ¿Decididos o con el freno en el pedal de nuestras perezas o cobardías? ¿Sí o no? ¿Abiertos a los tiempos nuevos o cerrados en nuestros esquemas? ¿Llevando con nosotros a Cristo allá donde vamos o dejándolo en el rincón de nuestra intimidad? ¿Si…o no?
1.-Desde El, con el Espíritu Santo, percibimos todos estos misterios. Con El, con el Espíritu, entramos de lleno a formar parte de la gran familia de los hijos de Dios; El es quien nos empuja para entrar en comunión plena con Dios y, el Espíritu Santo, nos hace comprender y entender las huellas de Dios en el marco de nuestra vida.
En medio del desconcierto, que a veces lo tenemos, el Espíritu Santo nos serena. Nos hace “contar hasta diez” antes de tomar ciertas decisiones; nos infunde valor cuando tenemos miedo a enfrentarnos a ellas; nos llena de su inteligencia o sabiduría cuando se nos requiere nuestra palabra o consejo.
Sí; el Espíritu Santo es el gran protagonista de nuestra Iglesia. La sostiene y la dinamiza, la traspasa con su fuerza poderosa y transformadora y, sobre todo, le hace estar en un permanente estado de gracia haciéndole experimentar que es Dios, y no ella misma, quien lleva adelante la obra evangelizadora.
2.- Desde El y con El, con el Espíritu Santo, nos llenamos de la piedad de Dios. No podemos vivir huérfanos, aislados de su presencia. Con la oración sentimos que el Espíritu Santo nos hace escalar a las cimas más altas de la perfección cristiana: ¡estar y vivir con Dios! Sin este auxilio del Espíritu Santo nos faltaría identidad en nuestras acciones, luz en nuestros caminos y claridad en nuestro apostolado.
3.- El Papa Benedicto XVI, en su viaje reciente a Zagreb ante la mediocridad de la fe afirmaba “No nos hagamos ilusiones. O somos católicos o no lo somos”. Sólo con el Espíritu Santo podemos ser fuertes, como cristianos y como católicos, ante diferentes realidades que intentan desangrar, descafeinar o desvirtuar la esencia de nuestra vida cristiana. Ante lo indefinido o el riesgo a separar el evangelio de la Iglesia o a Cristo de la Iglesia, el Espíritu Santo nos garantiza y nos exige la común unión para que, lejos de dividirnos, busquemos la potencia en la hermandad.
4.- Ojala que Pentecostés, además de vida e ilusión, nos aporte una gran dosis de fortaleza: para seguir adelante en el duro combate de nuestra fe. Para que no caigamos en el pesimismo o en la sensación de que, creer, ya no merece la pena o que, si creemos, hay que hacerlo en el ámbito privado y lejos del testimonio público.
Que el Señor nos conceda, en esta Pascua de Pentecostés, su Santo Espíritu para que podamos vivir, morir y resucitar un día con El. ¿Sí o no? ¿Recibimos el Espíritu Santo?
5.- CON TU ESPÍRITU SANTO, SEÑOR
Gritaré que, el Amor con mayúsculas tiene un nombre:
¡Padre!
Que El me acompaña desde la eternidad y que,
un día como a Ti Jesús,
me aguarda para darme un abrazo de fiesta y definitivo

CON TU ESPÍRITU SANTO, SEÑOR
Cantaré el gozo de haber compartido mi vida contigo,
la fuerza que tus Palabras han dejado por el camino de mi vida,
la ilusión de haberte conocido animándome en mi tristeza,
levantándome en mis caídas y dándome Vida
donde yo sólo creía hallar la muerte

CON TU ESPÍRITU SANTO, SEÑOR
Sentiré y proclamaré que soy de los tuyos
que, en tu Iglesia, me siento llamado a dar y recibir
dones y carismas, caridad y alegría,
perdón y humildad, comprensión y compañía.

CON TU ESPÍRITU SANTO, SEÑOR
Iluminaré las entrañas de mi corazón, y luego,
llevaré esa luz a los que se hallan en tinieblas
a los que, hace poco o mucho tiempo,
dejaron de respirar el oxigeno de tu Santo Espíritu
sumergiéndose en una atmósfera sin sentido

CON TU ESPÍRITU SANTO, SEÑOR
Me sentiré niño, y abriéndome como un pequeño,
sabré que es mucho lo que me espera:
respirar aires de infinitud
vivir como quien nace de nuevo
caminar sabiendo que tengo un compañero a mi lado
mirar a los cielos con ojos bien abiertos
soñar… con un final de mis días en tus manos.
CON TU ESPÍRITU SANTO, SEÑOR
Hablaré, y no callaré sobre TI
Me entregaré, para nunca más cerrarme
Avanzaré, sin echar la mirada hacia atrás
Cantaré, aun a riesgo de quedar afónico
entonando que, al fondo de todo, vives y permaneces Tú.
CON TU ESPÍRITU SANTO, SEÑOR

sábado, 4 de junio de 2011

HOMILIA DEL DOMINGO: AHORA NOS TOCA A NOSOTROS

1.- ¿Que hacéis mirando al cielo? La "ascensión" de Jesús al cielo significa que Jesús se ha liberado de las ataduras de este mundo y ha hecho posible, con su muerte y glorificación, que el mismo mundo y los hombres puedan liberarse, es decir ser hijos de Dios. Se va al Padre, para que nosotros vivamos con los hermanos. Se va y se queda para infundirnos su espíritu y enrolarnos en su causa. No es hora de andar con contemplaciones. Es la hora de salir a la plaza pública, de recorrer los caminos y las ciudades para dar a todos la Gran Noticia. La oración y la contemplación, indispensables en la vida cristiana, sólo tienen sentido como alimento de la fe, para que nuestras obras sean las obras de la fe, y no la de los intereses o conveniencias. Creer en la ascensión de Jesús no es quedarse con la boca abierta y los brazos cruzados. Es entrar en acción, es hacerse cargo de la misión recibida, es poner a trabajar la esperanza hasta que el Señor vuelva y se manifieste la gloria de los hijos de Dios. Si le seguimos con la cruz a cuestas llegaremos a la gloria: por la cruz a la luz.
2.- “Espíritu de sabiduría y revelación". En la segunda lectura de hoy, San Pablo pide para los fieles de Éfeso "espíritu de sabiduría y revelación" para conocer la esperanza a la que hemos sido llamados, la herencia de la que somos hechos partícipes y el poder de Dios que se manifestó poderosamente en Cristo, en su Resurrección y Ascensión, y que actúa ahora en nosotros. El Padre es el principio del misterio de salvación y es también aquél de quien puede venirnos la inteligencia de ese misterio. Esperemos que la oración de San Pablo alcance también para nosotros la luz que necesitamos para comprender lo que hoy celebramos, para que nos ayude a comprender la gran esperanza, para que nos haga ver el poder de Dios que se manifiesta en Jesús.
3.- Jesús nos encomienda una misión: “ID y haced discípulos”. La Iglesia vive para evangelizar. La gran tarea que surge con la ascensión del Señor es la de ir al mundo y hacer discípulos. Ese es el encargo que recoge Mateo. Y es también el que transmite el Libro de los Hechos describiendo la ascensión, para centrarse enteramente después en la predicación de Pedro, Pablo y los apóstoles. El mundo es nuestra responsabilidad y los hombres son nuestros interlocutores. La Iglesia no es un círculo de creyentes, sino un movimiento de acercamiento a todos para que puedan creer. Lo importante de la Iglesia no es ella, sino Jesús, y la misión confiada por Jesús. Y esa misión es evangelizadora, animadora, motivadora. Frente a tanta mala noticia, el hombre necesita más que nunca la Buena Noticia. No se trata de censurar a los otros, ni de condenar a nadie, sino de hacer posible y gozosa la salvación de todos, ayudando a todos a descubrir en el mundo y en la vida la huella de Dios. En la Iglesia y a través de ella podemos encauzar nuestras iniciativas y encontrar aliento en nuestros esfuerzos. Solos podemos hacer bien poco, pero como Iglesia y en la Iglesia podemos hacer muchísimo. La estructura y las organizaciones y movimientos eclesiales pueden y deben ser los vehículos que canalicen todos nuestros esfuerzos. No podemos hacer todos, todo; pero entre todos, con todos, podemos hacer todo lo que Jesús nos ha encomendado. Si estamos bautizados, ¿por qué no estamos dispuestos a realizar la tarea de la fe? ¿Por que no pasamos del rito al reto de la construcción del Reino?

viernes, 3 de junio de 2011

CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO


Recibe, ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones.
¡Oh Espíritu Santo!, dígnate formarme con María y en María según el modelo de vuestro amado JESÚS.
Gloria al Padre Creador; Gloria al Hijo Redentor; Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.

Oración al Sagrado Corazón de Jesús

Oración al Sagrado Corazón de Jesús para una grave necesidad (rezar por tres días). Oh Divino Jesús que dijiste: «Pedid y recibiréis; b...