sábado, 26 de febrero de 2011

Reflexion Evangelio de VIII domingo del tiempo ordinario

Nuestro mundo, se mire por donde se mire, está instalado en un agobio permanente. Tiene problemas y no siempre sabe cuáles son y cómo hacerles frente. Se soluciona hoy uno y, a la vuelta de la esquina, surge otro más grave. ¿Qué hacer? ¿Por dónde tirar? ¿Hacia dónde ir si no se sabe muy bien de la mano de quién ir?
1.- A una con la crisis material tan brutal que estamos padeciendo (por lo menos aquí en España) algunas estadísticas muestran un interés de las personas por lo religioso, por el campo espiritual. Agobiadas por situaciones sociales, políticas, coyunturales o económicas, muchos hermanos nuestros ven de nuevo en la fe una válvula de oxígeno (no de escape) para seguir adelante. Agobiada nuestra sociedad por mil y una inquietudes parece como si estuviéramos empujados a convivir siempre con ellos. Lo malo no es eso (siempre habrá obstáculos a nuestra dicha o felicidad) lo negativo es cuando, a los problemas que ya tenemos, añadimos otros de índole personal: proyectos inalcanzables, avaricia, deseo de riquezas, etc.
2.- A veces queremos añadir una hora más a nuestra vida y, resulta, que la que ya vivimos no la disfrutamos en toda su intensidad. Pretendemos un mejor puesto profesional y el que desarrollamos tal vez no lo ejercemos con diligencia. Añoramos un mañana mejor y, tal vez, no trabajamos lo suficiente para que el presente sea más justo, honrado o relajado.
Vivir volcados como cristianos no significa vivir preocupados, con caras largas y sin más horizonte que la angustia. Nuestra misión en medio del mundo está llamada y encaminada a ser luz (pero sin quemarnos) y a ser sal (pero sin pasarnos con el salero) sabiendo que, Dios, dirige nuestros pasos, vela nuestros sueños y que lejos de desentenderse de nosotros, más importantes que los pájaros o las mismas flores, sigue con interés nuestros pasos.
Ante tan buen Padre, la angustia, el desánimo o la desesperanza no tienen razón de ser. El Señor nos acompaña y, teniendo tan buen valedor, no hay que mirar con lentes negras al futuro sino más bien con las gafas nítidas de la fe y de la confianza en Dios.
3.- En muchas ocasiones, nuestra agenda personal o colectiva, está marcada por multitud de obligaciones. Tanto es así que, con razón alguien dijo aquello de “además de no ser dueños del tiempo, ahora resulta que no tenemos tiempo para lo esencial”. Es verdad. Cuando nos perdemos en aspectos secundarios o insistimos en diseñar una vida sin referencia a Dios, ocurre lo que ocurre; pesimismo, desasosiego, desesperanza y prisas. ¿Habrá que cruzarse de brazos? ¿Caer en los tentáculos de la pasividad? ¡Por supuesto que no! Dios nos quiere inmersos en el mundo, potenciando y brindando nuestros talentos, pero también sin caer en la tentación de que todo esté tan medido, tan asegurado, tan calculado y tan pensado….que nos lleve a vivir en un sin-vivir.
4.- El cristiano ha de pasar por el mundo ocupado y dinámico pero huyendo de caer en la preocupación y en la intranquilidad. Entre otras cosas porque, estas dos últimas, nos paralizan y nos desestabilizan. Y Dios, por si lo hemos olvidado, nos quiere felices….no amargados.

martes, 22 de febrero de 2011

El mito de “las riquezas” de la Iglesia.

A pesar de los datos y la información detallada que cualquiera que esté interesado puede conseguir acerca de los bienes materiales que gestiona la Iglesia, se ha convertido en un tópico vulgar afirmar que “se darían millones por las obras de arte que se encuentran en el Vaticano. Y ¡cuánto se podría ayudar con ese dinero en este mundo!”

Es verdad que el Museo Vaticano vale mucho dinero. Pero eso no se puede vender. Es patrimonio de la humanidad, aunque esté en manos de la Iglesia. Lo mismo que el gobierno español no puede vender el Museo del Prado para remediar una situación económica ruinosa. El Museo del Prado es propiedad de todas las generaciones de españoles, no sólo de la nuestra.

Y los italianos piensan lo mismo. No parece muy posible que un gobierno italiano puede permitir que los tesoros de los Museos Vaticanos salgan de Italia para ser vendidos a otro país. Sería, entre otras cosas, una ruina para la cantidad de gente que vive en Roma del turismo. Se trata de riquezas que por su propio carácter no pueden venderse y por tanto no se puede sacar dinero de ellas.

A nadie nos gustaría que la Iglesia vendiese la Catedral o la mejor Iglesia de nuestra ciudad o pueblo a un magnate de las finanzas para que la transporte a su finca de recreo, aunque con el dinero de la venta se atendiese a los pobres, ya que pensamos que ese monumento es una de las riquezas y orgullo de nuestro pueblo y que se debe quedar donde está.

Además, venderlo ¿no sería más bien pan para hoy, hambre para mañana?

Y son conocidas las desgracias experiencias de algunos clérigos que vendieron en beneficio de los pobres los “tesoros” de su parroquia: imágenes, cálices, custodias...

¿Qué pasó con el fruto de su venta? Siguen siendo pobres, pero si quieren ver lo mejor de sus raíces culturales y artísticas, tendrían que irse a las mansiones lujosas de sus nuevos propietarios. ¿Alguien puede pensar que esos cálices están mejor en vitrinas de las casas de los ricos que en un altar de cualquier iglesia?

Además, el problema de la pobreza no se arregla con una donación: es un problema de desarrollo y requiere un flujo permanente de recursos. Por ejemplo, ¿de qué serviría la donación de un hospital a un país que no contara con recursos para mantenerlo, pagar sueldos, comprar medicinas...? Hacer funcionar un hospital en no mucho tiempo es más caro que el hospital mismo...

¿Y la cantidad de dinero que maneja el Vaticano?

En el balance del año 2009 existe un déficit de más de cuatro millones de euros.

En el balance presentado a los cardenales por el Cardenal Velasio De Paolis, Presidente de la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede, se explica que hubo un déficit total de 4 102 156 euros; que es la diferencia entre los ingresos (250 182 364) y los gastos (254 284 520 euros).

Las salidas se atribuyen sobre todo a los gastos ordinarios y extraordinarios de los dicasterios y organismos de la Santa Sede, en los que prestan servicio 2.762 personas, de los cuales 766 son eclesiásticos, 344 religiosos y 1.652 laicos.

Por lo que respecta al balance consolidado 2009 de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, se indica que la pérdida fue de casi 8 millones de euros. Las personas que trabajan bajo la jurisdicción de la Gobernación son 1.891.

Por último se presentó el balance del Óbolo de San Pedro, que está constituido por el conjunto de ofrecimientos que hacen al Santo Padre las Iglesias particulares, sobre todo con ocasión de la solemnidad de San Pedro y San Pablo, así como de las contribuciones que hacen llegar los institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, las fundaciones y algunos fieles. La cantidad recaudada en 2009 fue de 82 529 417 dólares, que servirán para las obras de caridad del Pontífice.

Para hacerse una idea de lo que estas cifras significan, el presupuesto de la Santa Sede —es decir, de un Estado soberano con, entre otras cosas, una red de más de cien embajadas, «nunciaturas» y todos esos «ministerios» que son las congregaciones, además de los secretariados y un sinfín de oficinas—, ese presupuesto es igual a menos de la mitad del presupuesto del Parlamento italiano. En resumen, tan sólo los diputados y senadores que acuden a los dos edificios romanos (en otro tiempo pontificios) de Montecitorio y Palazzo Madama cuestan al contribuyente más del doble de lo que cuesta el Vaticano a los ochocientos millones de católicos en todo el mundo.

viernes, 4 de febrero de 2011

EL AMOR

Cuando el amor se te acerca no lo rehuses pensando que no lo mereces. Lo mereces, o el amor no se hubiera cruzado en tu camino.
La gente dice a menudo que el amor curará al mundo. Pero eso no es exactamente cierto. Es el amar, lo que cura al mundo.
Amar es acción. Amar es manifestación.
Amar es movimiento.
Amar es la conciencia de dar.

Hay una parte de "tomador" en cada uno que dice:
"¿Y a mí cuándo me toca?" Eso es el ego hablando. La forma más pura del amor es siempre incondicional. No hay ataduras, no hay condiciones, y no hay expectativas de recibir nada. El dar es puro. Si das ciento por ciento y amas totalmente, no necesitas recibir nada. Si amas ciento por ciento, puedes curar cualquier cosa.
Cuando actúas desde el corazón, desde el centro del amor, no actúas a partir de la mente o las emociones. No actúas desde el ego, tratando de controlar a otros o de forzarlos a que hagan algo.
Da amor. Da en silencio. No le digas a la gente lo que haces. En cambio, apóyalos con tu amor. Es el mejor regalo de todos.
Si quieres amor puro, entonces ve a donde reside el amor puro. El amor puro es el Alma. Está dentro de ti y no necesita interpretación.

Oración al Sagrado Corazón de Jesús

Oración al Sagrado Corazón de Jesús para una grave necesidad (rezar por tres días). Oh Divino Jesús que dijiste: «Pedid y recibiréis; b...