lunes, 22 de abril de 2013

El llamado Huevo de Pascua


Los cristianos comenzaron a obsequiarse huevos durante la Pascua con regalos dentro como señal de alegría. Al principio el siglo 19, en Alemania, Italia y Francia, aparecieron los primeros huevos hechos con chocolate con pequeños regalos adentro
Desde los comienzos de la humanidad, el huevo fue sinónimo de fertilidad, esperanza y renacimiento. El huevo adquirió importancia dentro de la mitología egipcia cuando el Ave Fénix se quemó en su nido y volvió a renacer más tarde a partir del huevo que lo había creado en un principio. También los hindúes sostenían que el mundo había nacido de un huevo.
Los huevos de pascua en la antigüedad eran de gallina y de pato, y en la Edad Media les eran regalados a los chicos durante las celebraciones. Al tiempo, los cristianos comenzaron a obsequiarse huevos durante la Semana Santa con regalos y al principio el siglo 19, en Alemania, Italia y Francia, aparecieron los primeros huevos hechos con chocolate con pequeños regalos adentro.
En cuanto a la decoración, los huevos de pascua siempre han representado un desafío para los reposteros. Pero las diversas culturas fueron decorando de manera diferente los huevos. En sus comienzos, eran pintados a mano con colores estridentes que representaban la luz del sol. Los huevos se hacían uno a uno con un molde prefabricado, lo que dificultaba mucho su elaboración masiva. Los colores estridentes fueron apareciendo con las grandes producciones de huevos, por los años 20 y 30 del siglo pasado.
Una tradición
Una vitalidad exuberante se manifiesta en Primavera, época de renovación y renacimiento. Se palpa, por dondequiera, la fuerza del resurgimiento de vida nueva. Vista, tacto, olfato, oído y gusto se deleitan con la sinfonía de la Madre Naturaleza. La explosión de colores que se aprecian en las flores primaverales, el aroma de las mismas y del fresco rocío de la madrugada, el canturreo de los pájaros vueltos de sus peregrinaciones invernales y el dulce sabor de suculentas frutas de la temporada que extasían al paladar, acentúan la aguda percepción de un dinamismo vital propio a la estación.
La Primavera se asocia también con festejos de todo tipo, uno de ellos, la Pascua de la Resurrección celebrado por los cristianos y que conmemora la resurrección de Cristo, el Cristo vuelto a vivir. En muchos lugares del mundo, sobre todo en Europa y por consiguiente en diferentes partes de América, los festejos religiosos están acompañados por costumbres y tradiciones de origen pagano. Una de estas tradiciones asociada con la Pascua es el intercambio de huevos decorados entre familiares y amigos.
Desde siempre, el símbolo del huevo ha gozado de un significado importante para la humanidad. En muchas culturas representa vida nueva y esperanza, razón por la cual aparece durante la Pascua , evocando el Cristo resucitado y la promesa de una vida nueva.
En Polonia y en otros países eslavos, los huevos, sobre todo en época de Pascua, gozan de una popularidad extensa. Según la tradición, no se consumía huevo durante la Cuaresma. Por lo tanto, la cantidad recolectada durante esa temporada era tan abundante, que la gente comenzó a repartir los huevos almacenados a parientes y conocidos. Para darles una apariencia de regalo, se pintaban los huevos de rojo con pigmentos naturales. Eventualmente, esa técnica evolucionó, añadiendo una gran variedad de colores y diseños, hasta alcanzar dimensiones de verdaderas obras de arte conocidos como huevos de Pascua.
En la Rusia zarista, los huevos jugaron un papel muy importante durante la Pascua , la celebración religiosa más importante de la iglesia ortodoxa rusa. Entre otras cosas, la festividad se caracterizaba por el intercambio de huevos de pascua. 1884 marcó el inicio de una tradición imperial que perduró hasta los tiempos del último zar. Alejandro III decidió agasajar a su esposa, la zarina María, con una pieza en forma de huevo comisionada a la casa del legendario Carl Fabergé, joyero imperial. El detalle agradó tanto a la zarina, que se acordó fabricarle uno cada año y ofrecérselo con motivo de la Pascua. De esa manera, el obsequio por excelencia que el zar podría ofrecer a la zarina en esa época, era un huevo hecho de metales preciosos y pedrería, decorado de una manera espléndida por Fabergé . Asimismo, por disposición del zar, el regalo siempre tendría forma de huevo y albergaría en su interior una sorpresa, misma que se mantenía en secreto hasta el momento de encontrarse entre las manos de su dueña real. Esa encomienda se volvió prioritaria para la casa Fabregé y los joyeros se esmeraban durante todo el año para realizar diseños espectaculares que contaban con finos acabados de plata, oro y piedras preciosas.
Las obras de arte del museo Hermitage sirvieron a Fabregé de inspiración para muchos de sus diseños. La vida cotidiana rusa, misma que el maestro representó de manera conmovedora, gozó de un lugar privilegiado en su colección. Realizó igualmente piezas conmemorativos de la coronación del zar Nicolás II, la terminación del ferrocarril transiberiano y aniversarios varios. Huevos alusivos al yate imperial, a la catedral de Uspensky y a la Plaza Gatchina son sólo algunos de los extraordinarias joyas de forma elíptica que salieron de su taller.
Hoy en día la tradición de pintar huevos durante la época de Pascua sigue vigente aunque la forma de decorarlos ha cambiado y mucho se ha perdido del sentido intrínsico de la costumbre. Como se mencionó líneas arriba, esa práctica sigue gozando de una popularidad extensa en Polonia y en otros países eslavos, sobre todo en la región de las Cárpatos.
Pysanky se llaman los huevos de Pascua en esa parte del mundo. Los lugareños inician su elaboración con mucha antelación puesto que cada uno se pinta a mano asiduamente. Los preparativos incluyen la cocción de los huevos a colorear, cuidándola de tal forma que queden duros sin resquebrar las cáscaras en el proceso. Los decorados representan una gran variedad de motivos exquisitamente elaborados en colores vibrantes. Todos guardan un significativo especial en el folklore regional. Por ejemplo, el sol, motivo recurrente, representa el origen de la luz y es símbolo del poder. La estrella es el eterno acompañante y fiel guía del hombre y el agua representa la esencia de la vida y es símbolo de la pureza. El motivo de la flor indica gozo, alegría y agrado mientras que el de la abeja, junto con el áureo producto de su incesante y diligente actividad, siempre se ha tratado con mucha deferencia por sus facultades medicinales y curativas. La golondrina por su parte, representa la esencia de la Primavera , la cosecha abundante y la felicidad. Los decorados mencionados representan sólo una fracción de la extensa variedad de temas que existen, considerando que cada motivo cuenta con sus propias variaciones. Además, son verdaderos manifestaciones artísticas de la vida cotidiana, las supersticiones, el medio ambiente, las creencias y la religión de todo un pueblo.
El procedimiento más frecuente para pintar huevos es la técnica de la cera derretida. Se traza un dibujo sobre la cáscara del huevo con cera líquida, utilizando la punta de un alfiler. Posteriormente, el huevo se introduce en un líquido de color natural o artificial. El resultado es un huevo cuyo fondo de color vibrante revela un fino e intricado diseño delicadamente matizado.
Cabe señalar que en los países eslavos, el huevo de Pascua juega un papel muy importante en el almuerzo del domingo de la Resurrección. Generalmente el decano de la familia lo divide en varias porciones y todos los invitados son convidados a participar en el alimento que tanto simboliza para ellos.
En la actualidad, el huevo de Pascua ha dado la vuelta al mundo, razón por la cual ha sufrido variaciones tanto en su apariencia como en la manera de valorarlo según las costumbres y posibilidades de sus países adoptivos. A pesar de las diversificaciones, mantiene su esencia europea puesto que sigue siendo considerado uno de los símbolos más significativos de la Pascua , donde sea que se encuentre.

martes, 16 de abril de 2013

ASAMBLEA EN LA CARPINTERIA

Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea.

Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.

El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. 
¿La causa? Hacía demasiado ruido!.
Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.

El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.

Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija.
Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.

Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo.
Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un fino mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación.

Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo:
- "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades.
Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos".

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.
Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.

Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán.
Cuando en una empresa el personal busca a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. 
En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos.

Es fácil encontrar defectos, cualquier tonto puede hacerlo. Pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.

miércoles, 10 de abril de 2013

Cirio Pascual


Cirio pascual.- La palabra “cirio” viene del latín “cereus”, de cera, el producto de la abejas
El cirio más importante es el que se enciende en la Vigilia Pascual como símbolo de Cristo–Luz, y que sitúa sobre una elegante columna o candelabro adornado.
El Cirio Pascual es ya desde los primeros siglos uno de los símbolos más expresivos de la Vigilia. En medio de la oscuridad (toda la celebración se hace de noche y empieza con las luces apagadas), de una hoguera previamente preparada se enciende el Cirio, que tiene una inscripción en forma de cruz, acompañada de la fecha del año y de las letras Alfa y Omega, la primera y la última del alfabeto griego, para indicar que la Pascua del Señor Jesús, principio y fin del tiempo y de la eternidad, nos alcanza con fuerza nueva en el año concreto que vivimos.
Al Cirio Pascual se le incrusta en la cera cinco granos de incienso, simbolizando las cinco llagas santas u gloriosas del Señor en la Cruz.
En la procesión de entrada de la Vigilia se canta por tres veces la aclamación al Cristo: " Luz de cristo. Demos gracias a Dios ", mientras progresivamente se van encendiendo los cirios de los presentes y las luces de la iglesia. Luego se coloca el cirio en la columna o candelabro que va a ser su soporte, y se proclama en torno a él, después de incensarlo, el solemne Pregón Pascual.
Además del simbolismo de la luz, el Cirio Pascual tiene también el de la ofrenda, como cera que se gesta en honor de Dios, esparciendo su Luz: " acepta, Padre Santo, el sacrificio vespertino de esta llama, que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las abejas. Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, ardiendo en llama viva para gloria de Dios… Te rogamos que este Cirio, consagrado a tu nombre, para destruir la oscuridad de esta noche ".
El Cirio Pascual estará encendido en todas las celebraciones durante las siete semanas de la cincuentena pascual, al lado del ambón de la Palabra, hasta la tarde del domingo de Pentecostés.
Una vez concluido el tiempo Pascual, conviene que el Cirio se conserve dignamente en el bautisterio. El Cirio Pascual también se usa durante los bautizos y en las exequias, es decir al principio y el término de la vida temporal, para simbolizar que un cristiano participa de la luz de Cristo a lo largo de todo su camino terreno, como garantía de su definitiva incorporación a Luz de la vida eterna.

lunes, 8 de abril de 2013

¿Qué es la Pascua?


La Pascua es el paso de la muerte a la vida y de la  esclavitud a la libertad. Cristo, con su Resurrección nos ha dado la vida de la gracia. Conoce en pocas palabras la historia y significado de la Pascua y la importancia de este tiempo en el calendario litúrgico.



La Pascua Judía

Originariamente, sin duda, fiesta semítica del retorno primaveral de la vegetación, común a todas las civilizaciones primitivas, la pascua, por la providencial coincidencia de su celebración con la liberación de Egipto, llegará a ser para Israel el memorial de esta liberación (cf. Éx 12 y 2 Re, 23, 21-23). Se supone generalmente que su nombre viene de pasah, “pasar” en el sentido de dispensar (cf. Éx 12, 23), aludiendo a que el Señor pasa sin herir con sus plagas delante de las casas marcadas con la sangre del cordero inmolado por los hebreos. Más tarde, a la idea de este paso del Señor para rescatar a su pueblo de la esclavitud, se unirá la idea del paso del pueblo mismo que se va llevar tras de si fuera de Egipto hacía el país de la promesa, en el que Israel estará en su casa al estar en la casa de su Dios.
Así, en la reflexión religiosa de Israel, la pascua, con el memorial que pervive en su celebración, evocará la intervención redentora típica por la que Dios ha salvado y reconstruido a su pueblo. Habiéndose hecho inseparables la pascua y el éxodo salvador, el retorno del exilio será descrito como un nuevo éxodo, una nueva pascua (cf. Os 2, 16 ss; Is 63, 7 ss).
Cuando reflexionamos el significado de la celebración pascual judía donde Dios salva y reconstruye a su pueblo, vemos claramente una anticipación de la figura del Salvador, del Mesías que viene a salvar a los hombres y a reconstruir el pueblo, instaurando el Pueblo de Dios.
Pascua Cristiana
En el Nuevo Testamento, san Lucas describirá el anuncio hecho a los discípulos de la muerte de Jesús, en la transfiguración, como su éxodo que debía cumplirse en Jerusalén (9, 31, cf. Jn 13, I al hablar de su paso de este mundo al Padre, en el momento de la pascua). Es probable también que la imagen del cordero inmolado, en Is 53, 7, implicaba desde el principio una referencia pascual. En todo caso, san Pablo describirá la pasión salvadora de Cristo diciendo: “Cristo, nuestra pascua, ha sido inmolado” (I Cor 5, 7).
Así, por una parte, la celebración pascual se convertirá para los cristianos en la celebración de la muerte y de la resurrección del Salvador, y la pascua judía, con todo lo que había significado para los judíos en la primera alianza, será para ellos la fuente principal de su interpretación de la pasión. Ya en la primera epístola de san Pedro vemos superponerse a este tema e1 del bautismo, celebrado de antiguo con preferencia en la noche pascual. Pasado Él mismo de este mundo a su Padre por la cruz, Cristo nos transporta tras Él, no ya simplemente del Egipto material a una tierra prometida que no lo era menos, aunque uno y otra estuvieran ya llenos de evocaciones espirituales, sino “del reino de las tinieblas al reino del Hijo” (Cal 1, 13), que es lo mismo que la entrada en participación de “la heredad de los santos en la luz” (v. 12).
Así el misterio de Cristo, tal como lo explicará san Pablo y como lo celebrará toda la liturgia de la antigua Iglesia, es el misterio pascual, es decir, el que se cumplió en la pascua, que la pascua cristiana conmemora, y que constituye la pascua definitiva de la nueva y eterna alianza.
La parusía de Cristo será finalmente descrita a su vez como el definitivo cumplimiento de esta pascua en la eternidad (cf Lc 22, 16 y Mt 26, 29).
(Bouyerdi, Diccionario)
La Pascua en la Iglesia Católica
La Pascua es la fiesta principal, corazón y punto álgido del calendario litúrgico, la llamada “Fiesta de Fiestas” opaca incluso a la Navidad, pues en si en la natividad nació el Salvador y nos llenó de gozo su venida, aún mayor alegría nos causa el cumplimiento de las promesas de Dios al enviarnos a un Salvador que rescatara a la humanidad entera del pecado.
La fecha de la Pascua
La Pascua cambia cada año debido a la relación que tiene con la pascua judía y las diferencias entre el calendario judío y el nuestro.
Los judíos comen el cordero pascual la víspera del 15 de Nisan (el primer mes del calendario judío). Jesús celebró la pascua (la última cena) según la costumbre judía, o sea, el 14 de Nisan, murió en la cruz el 15 de Nisan y resucitó el domingo siguiente, que ese año fue el 17 de Nisan.
El calendario judío es lunar, y el nuestro solar, lo cual complica bastante las cosas. Por ejemplo, el calendario tiene 354 días. Para hacer un ajuste, judíos insertan un mes a su calendario, por orden del Sanedrín (no por algún método definido). Esto dio lugar a numerosas controversias sobre la fecha para la celebración de la pascua.
En los primeros tiempos, los cristianos de origen judío continuaron usando el calendario judío para la pascua: El viernes santo lo celebraban el 15 de Nisan y la pascua de resurrección el 17 de Nisan (fuese o no domingo).
En el resto del imperio romano, sin embargo, se tomó en consideración que Jesús históricamente resucitó el domingo y todos los domingos se celebra a la fiesta de la Resurrección. Por eso se optó por celebrar La Pascua el primer domingo después de la primera luna llena después del equinoccio de primavera. El Primer Concilio de Nicea (325) decretó que la práctica romana debe observarse en toda la Iglesia. Los ortodoxos celebran la pascua otra fecha porque siguen el calendario Juliano (ortodoxo ruso). La fecha de la fiesta de Pascua católica fluctúa entre el 22 de Marzo y el 25 Abril. En referencia a ella se calculan las otras fiestas movibles del calendario litúrgico.
El tiempo de Pascua Explicado
La pascua se celebra por 50 días. Es la fiesta más importante d ela liturgia. Comienza el Domingo de Resurrección y termina en Pentecostés. La cuaresma termina en la tarde del Jueves Santo con la liturgia de la Cena del Señor que da comienzo al Triduo Pascual. El Viernes Santo se hace el “ayuno pascual” que se continúa el sábado santo, preparatorio a la gran celebración pascual . El triduo culmina en la Vigilia Pascual del sábado por la tarde.
Los primeros ocho días de la pascua constituyen la octava y se celebran como solemnidades del Señor.
El agua bendecida en la Vigilia pascual se usa para los bautismo en toda la temporada de pascua.
En el día 40 de la pascua se celebra la ascensión del Señor y los 9 días de la ascensión a Pentecostés (la novena original) son días de intensa preparación para la venida del Espíritu Santo.

lunes, 1 de abril de 2013

¿Cómo vivían los primeros cristianos la Pascua?


LOS ORÍGENES DEL TIEMPO PASCUAL
¿CÓMO VIVÍAN LOS PRIMEROS CRISTIANOS LA PASCUA?
“La celebración de la Pascua se continúa durante el tiempo pascual. Los cincuenta días que van del domingo de Resurrección al domingo de Pentecostés se celebran con inmensa alegría, como un solo día festivo, más aún, como “un gran domingo”.
www.primeroscristianos.com- Concluida la celebración de la Vigilia de la Pascua de Resurrección, comienza el Tiempo de Pascua, que conmemora la Resurrección y glorificación de nuestro Señor Jesucristo, la donación del Espíritu Santo y el comienzo de la actividad de la Iglesia, al tiempo que anticipa en nuestros días la gloria eterna que alcanzará su plenitud en la consumación de los siglos.
El tiempo pascual está formado por la “cincuentena pascual” o cincuenta días que transcurren entre el domingo de Resurrección y el domingo de Pentecostés, y en cierto modo constituyen “un solo y único día festivo”: el gran domingo (SAN ATANASIO, Epist. Fest. 1).
El origen de la cincuentena pascual se confunde con la celebración anual de la Pascua: al principio, la Pascua apareció como una fiesta que se prolongaba durante cincuenta días. A partir del siglo IV d. C. la unidad pascual se fragmentó, cuando comenzaron a celebrarse de modo histórico las acciones salvíficas divinas.
Los ocho primeros días de la cincuentena forman la octava de Pascua, que se celebra como solemnidad del Señor. Esta semana -in albis, como se denomina en el rito romano- surgió en el siglo IV por el deseo de asegurar a los neófitos una catequesis acerca de los divinos misterios que habían experimentado. El domingo que cierra la semana, el octavo día, constituye el día más solemne del año litúrgico después del domingo de Resurrección. Como explica Benedicto XVI “Hoy domingo concluye la Octava de Pascua, como un único día “hecho por el Señor”, marcado con el distintivo de la Resurrección y por la alegría de los discípulos al ver a Jesús. Desde la antigüedad este domingo se llama in albis, del nombre latino alba, dado por la vestidura blanca que los neófitos llevaban en el Bautismo la noche de Pascua, y que se quitaban después de ocho días” (Homilía 21 Domingo de Pascua, 11.IV.2010)
La celebración del día conclusivo del Tiempo Pascual, Pentecostés, nació a finales del siglo III. Esta fiesta, que en su día conmemoraba la semana de semanas pascual, surgió por influencia de la fiesta judía homónima. En el siglo IV, la fiesta poseía un doble contenido celebrativo: Ascensión del Señor y descenso del Espíritu Santo, como se advierte en los testimonios de la Iglesia de Jerusalén. Sin embrago, poco a poco, el proceso de historificación litúrgica de los hechos salvíficos de Cristo, llevó a algunas iglesias a dividir la fiesta, celebrando la Ascensión el día cuarenta después de Resurrección.
Por último, en los siglos VII-VIII, la Iglesia romana añadió a la fiesta de Pentecostés una octava, como réplica a la octava de Pascua. El origen de esta institución, que rompe la cincuentena pascual, se encuentra en la necesidad de una catequesis para aquellos que habían sido bautizados en el día de Pentecostés. Esta octava fue suprimida por la reforma del Calendario actualmente en vigor, ya que oscurecía el simbolismo del tiempo de Pascua.
Los textos de la fiesta de la Ascensión recuerdan el hecho histórico de la subida de Cristo a los cielos, a la vez que fundamenta la esperanza en la segunda venida del Señor y la exaltación gloriosa del hombre. La fiesta dePentecostés, por su parte, muestra la íntima relación entre la Resurrección de Cristo y la venida del Espíritu Santo: todo el tiempo de Pascua es considerado como tiempo del Espíritu. Queda así remarcado el carácter unitario de toda la celebración pascual (muerte, resurrección, ascensión de Cristo y venida del Paráclito, momentos de un único misterio salvífico divino).
Los tres primeros domingos se leen los Evangelios de las apariciones del Señor resucitado; mientras el cuarto se reserva a la parábola del Buen Pastor y los restantes al discurso sacerdotal de Cristo después de la Última Cena, tal y como vienen recogidos en el texto de San Juan. Las lecturas no evangélicas dominicales están tomadas del Nuevo Testamento: así, la primera lectura recoge los Hechos de los Apóstoles, mientras la segunda se dedica a la I Epístola de San Pedro, a la I Epístola de San Juan y al Apocalipsis.
De este modo, el Tiempo de Pascua subraya la renovación bautismal de la vida cristiana, en continuidad con la novedad del acontecimiento de la Resurrección. La Iglesia se ve a sí misma como presencia ininterrumpida de Cristo, movida por el dinamismo del Espíritu, en camino hacia su verdadera patria, con la segunda y definitiva venida de Cristo.
Durante el tiempo de Pascua, los cristianos recordarán que la vida nueva iniciada con la celebración de los misterios pascuales debe perpetuarse durante toda su existencia. En medio de las circunstancias ordinarias, los fieles descubrirán la presencia del Señor resucitado que les llama a ser testigos y dar testimonio de su paso entre los hombres.
El Tiempo pascual comienza el domingo de Pascua y termina el domingo de Pentecostés. La primera semana constituye la octava de Pascua y se celebra como solemnidad del Señor. En los lugares donde no pueda celebrase en jueves, la Ascensión del Señor se traslada al domingo VII de Pascua. Los domingos de Pascua tienen precedencia sobre todas las fiestas del Señor y solemnidades, que serán trasladadas al lunes siguiente. Durante el tiempo de Pascua se utiliza el color blanco.

Oración al Sagrado Corazón de Jesús

Oración al Sagrado Corazón de Jesús para una grave necesidad (rezar por tres días). Oh Divino Jesús que dijiste: «Pedid y recibiréis; b...