lunes, 7 de enero de 2013

De vuelta a la normalidad


La Navidad ha terminado, pero Jesús, que nace para nuestra salvación, se queda con nosotros y nos acompaña a lo largo de todo el año que acaba de comenzar.









Luego de las fiestas de Navidad debemos regresar al ritmo normal de nuestras vidas y trabajos de la rutina diaria. Parece que la felicidad ha terminado junto con la tranquilidad y el reposo de estas fechas. Sin embargo, emprendemos un nuevo año con la compañía de Jesús que está siempre con nosotros y nace para nuestra salvación.
La Navidad es para muchos una fiesta que llega y se termina. Sin embargo, hay que recordar que con la Navidad Jesús comienza a vivir como nosotros la aventura de la vida humana, y es con Él con quien comenzamos el año.
La fiesta de la Navidad es un principio y no un fin, por tanto, debemos tomar en cuenta que vamos siempre en compañía de Jesús en el trayecto del año que comienza.
Unos de los personajes de la Navidad que mejor representan la actitud que el cristiano debe tener al retomar su vida diaria luego de las fiestas navideñas es la de los pastores que adoraron al Niño Jesús en el pesebre de Belén. El Evangelio nos cuenta que los pastores regresaron a sus campos alabando a Dios y diciendo maravillas sobre el Niño a quienes contaban su visita al pesebre. (Lc 2, 17,18,20)
El cristiano que vuelve a la normalidad de su vida sabe que Jesús es una compañía constante a lo largo del año, e igualmente sabe que para hacer fructífera y plena esa compañía, hace falta trabajar para ser amigos de Jesús constantemente. Esto se puede lograr a través del estudio de la Sagrada Escritura, la oración, las obras de caridad, el acercamiento a los sacramentos, etc.

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