El Rosario de la Aurora se
inició en Valencia el primer domingo de octubre del año 1886. Fueron los
fundadores: don Vicente Ballester, pintor decorador, y don Gregorio Gea,
fundador, también, del Patronato de la Juventud Obrera, y fue su primer
Director el Ilmo. Sr. D. Ramón Peris Mencheta. Salió el primer rosario del
templo de Nuestra Señora de los Desamparados, a las cinco de la madrugada,
utilizando para ello una imagen prestada por el Marqués de Dos Aguas. En los primeros
tiempos figuraban quince estandartes representando los quince misterios del
Rosario.
Esta hermosa práctica se
ha extendido a todo el mundo, llegando también a la República Dominicana, de
manera especial a nuestro municipio de Esperanza. Cuando llegan las patronales,
el pueblo espera con devoción estos rosarios para manifestar su fe en la Virgen
que nos dice: “Hagan lo que él les diga”. María nos enseña el seguimiento recto
y correcto de su Hijo Jesús.
Hace unos años el pueblo a
acuñado el término de Jubileos para referirse a estos rosarios. Con ello
recuerdan la famosa canción del grupo Extracto que nos invita a cantar, rezar y
bailar. Porque los rosarios de la aurora son un espacio para orar, cantar y
aprender de una virtud, elegida para cada día, teniendo como norte a María.
Algunas personas han
criticado los rosarios, porque algunos jóvenes, con falta de conocimientos, lo
aprovechan para hacer desorden, que nada tiene que ver con la devoción, y
imploran que sean suspendidos. A ellos les recuerdo esta parábola: El reino de los cielos es
semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras
dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.
Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no
sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les
dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que
vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña,
arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro
hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged
primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en
mi granero».
Por tal razón, concluyo que si acabamos con esta
devoción, que pasará con la gente que lo hace por verdadera fe. Al final del
rosario se hace la división de la parábola: la cizaña se va al parque y el
trigo sigue hacia a la Iglesia, aunque he visto como muchos jóvenes han pasado
de cizaña a trigo.
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