Otros motivos que hacen muy conveniente la
confesión
a) Necesitamos paz
interior. El reconocimiento de nuestras culpas es el primer paso para recuperar
la paz interior. Negar la culpa no la elimina: sólo la esconde, haciendo más
penosa la angustia. Sólo quien reconoce su culpa está en condiciones de
liberarse de ella.
b) Necesitamos
aclararnos a nosotros mismos. La confesión nos "obliga" a hacer un
examen profundo de nuestra conciencia. Saber qué hay «adentro», qué nos pasa,
qué hemos hecho, cómo vamos… De esta manera la confesión ayuda a conocerse y
entenderse a uno mismo.
c) Todos
necesitamos que nos escuchen. ¿En qué consiste el primer paso de la terapia de
los psiquiatras y psicólogos sino en hacer hablar al "paciente"? Y te
cobran para escucharte… y al "paciente" le hace muy bien. Estas dos
profesiones han descubierto en el siglo XX algo que la Iglesia descubrió hace
muchos siglos (en realidad se lo enseñó Dios). El decir lo que nos pasa, es una
primera liberación.
d) Necesitamos una
protección contra el auto-engaño. Es fácil engañarse a uno mismo, pensando que
eso malo que hicimos, en realidad no está tan mal; o justificándolo llegando a
la conclusión de que es bueno, etc. Cuando tenemos que contar los hechos a otra
persona, sin excusas, con sinceridad, se nos caen todas las caretas… y nos
encontramos con nosotros mismos, con la realidad que somos.
e) Todos
necesitamos perspectiva. Una de las cosas más difíciles de esta vida es
conocerse uno mismo. Cuando "salimos" de nosotros por la sinceridad,
ganamos la perspectiva necesaria para juzgarnos con equidad.
f) Necesitamos
objetividad. Y nadie es buen juez en causa propia. Por eso los sacerdotes
pueden perdonar los pecados a todas las personas del mundo… menos a una: la
única persona a la que un sacerdote no puede perdonar los pecados es él mismo:
siempre tiene que acudir a otros sacerdote para confesarse. Dios es sabio y no
podía privar a los sacerdotes de este gran medio de santificación.
g) Necesitamos
saber si estamos en condiciones de ser perdonados: si tenemos las disposiciones
necesarias para el perdón o no. De otra manera correríamos un peligro enorme:
pensar que estamos perdonados cuando ni siquiera podemos estarlo.
h) Necesitamos
saber que hemos sido perdonados. Una cosa es pedir perdón y otra distinta ser
perdonado. Necesitamos una confirmación exterior, sensible, de que Dios ha
aceptado nuestro arrepentimiento. Esto sucede en la confesión: cuando recibimos
la absolución, sabemos que el sacramento ha sido administrado, y como todo
sacramento recibe la eficacia de Cristo.
i) Tenemos derecho
a que nos escuchen. La confesión personal más que una obligación es un derecho:
en la Iglesia tenemos derecho a la atención personal, a que nos atiendan uno a
uno, y podamos abrir el corazón, contar nuestros problemas y pecados.
j) Hay momentos en
que necesitamos que nos animen y fortalezcan. Todos pasamos por momentos de
pesimismo, desánimo… y necesitamos que se nos escuche y anime. Encerrarse en sí
mismo solo empeora las cosas…
k) Necesitamos
recibir consejo. Mediante la confesión recibimos dirección espiritual. Para
luchar por mejorar en las cosas de las que nos confesamos, necesitamos que nos
ayuden.
l) Necesitamos que
nos aclaren dudas, conocer la gravedad de ciertos pecados, en fin… mediante la
confesión recibimos formación.
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