Por Pedro Juan Díaz
1.- En este último domingo del tiempo ordinario se nos presenta a Jesús como rey. Pero con una manera peculiar de reinar. Su “trono” es la cruz. Y su “vara de mando” es una toalla ceñida y una jofaina llena de agua. Cristo reina desde la cruz porque en ella entrego su vida por todas las personas, una vida que vivió desde una profunda actitud de servicio. Si durante el año litúrgico vamos recordando los momentos más significativos de la vida de Jesús, en este último queremos resumir esa vida diciendo que Jesús fue “servidor”, y que si queremos ser seguidores suyos, hemos de imitar su ejemplo y ponernos al servicio de nuestros hermanos, aunque eso muchas veces nos cueste esfuerzos, sufrimientos, cruces, compromisos, entregas, etc. Esa manera de vivir y de morir de Jesús nos “ganó” la salvación.
2.- San Pablo en la segunda lectura resume todo el plan de Dios en la historia haciendo referencia a la muerte y resurrección de Jesús, “por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados”. Jesús reina entregando su vida en la cruz. Nosotros también “reinaremos” en la medida en que nuestra vida sea servicial. Jesús reina saliéndose del perfil de rey que tenían los judíos. En la primera lectura aparece David como rey ungido y honroso. Pero Jesús lo hace entre dos ladrones, crucificado como un malhechor y acusado de blasfemo y de incitador de las masas.
3.- Jesús cumple las escrituras, es el Mesías, de la descendencia de David. Ya lo anunció en la sinagoga de Nazaret al principio de su ministerio. Aún así, es cuestionado en la cruz por las autoridades y el pueblo, por los soldados, por uno de los malhechores crucificado con él… pero así demostró que era verdaderamente EL REY.
Nuestro mundo necesita “servidores”. Los necesitamos entre nuestros políticos, por ejemplo. Pero también hacen falta en nuestros trabajos, en nuestra asociación de vecinos, en el grupo de amigos, en nuestra familia, en la Parroquia, en nuestra Iglesia Diocesana. Los hay que sirven en caritas, en la catequesis, pero también están en el sindicato, en las asociaciones civiles, en los colegios, en las fábricas. El servicio es la actitud del cristiano allá donde esté.
4.- La Eucaristía nos enseña a servir como Dios quiere. Le vemos con la jofaina y la toalla ceñida lavando los pies de sus discípulos y diciéndonos: “si yo, el maestro y el señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros”. Que esta sea nuestra actitud entre nosotros. Que nuestro servicio se convierta en luz, en “presencia significativa en la calle”, como nos propone nuestro plan diocesano. Que a los cristianos de El Altet nos conozcan por nuestro servicio y nuestro amor. Proclamemos juntos nuestra fe en Cristo que reina sirviendo a los más pobres.
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