En el centro de la mesa se colocará un cirio apagado. Todos los miembros de la familia, de pie, se reúnen alrededor de la mesa.
Santiguándose, dicen: El Padre y el Hijo y el Espíritu Santo sean glorificados en todo tiempo y en todo lugar por la inmaculada Virgen María. Amén
La madre de familia dice:
Hoy nos encontramos reunidos celebrando el Nacimiento del Señor Jesús, que nació de la Virgen María. Dios, como muestra de su inmenso amor, envió a su Hijo para que la comunión perdida por el pecado fuera restablecida. Él nos congrega esta noche y, unidos de la misma manera que la familia de Nazaret, nos muestra que nuestra espera no ha sido en vano.
Uno de los hijos lee:
«Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: “No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo y Señor; y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace”» (Lc 2, 8-14).
Y todos responden:
Gloria a ti, Señor Jesús, que hoy haz nacido de la Virgen María.
Uno de los hijos enciende el cirio colocado en medio de la mesa.
Para finalizar, el padre de familia reza la siguiente oración de bendición:
Oremos.
Dios Padre, que nos enviaste a tu Hijo muy amado, derrama tu bendición sobre estos alimentos y también sobre los miembros de este hogar, para que así, como ahora acogemos, gozosos, a tu Hijo reconciliador, lo recibamos también confiados cuando vengas al fin de los tiempos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos responden: Amén.
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