miércoles, 20 de marzo de 2013

Via Crucis


¿Qué es el Via Crucis?

"Via crucis" son dos palabras latinas cuyo significado podría traducirse como "camino de la cruz".
Condenado a muerte y cargado del madero, que había de ser el instrumento de nuestra redención, Jesús hizo este itinerario de dolor desde el pretorio de Pilato hasta el monte Calvario (Mt 27, 22-61; Mc 15; Lc 23; Jn 19). Era el primer Viernes Santo. Hoy, el recuerdo entrañable de estos momentos de la vida de Jesús se ha convertido en oración.
El Via crucis es, para muchos cristianos, un ejercicio de piedad lleno de contenido y de cariño agradecido. Consiste en seguir espiritualmente este mismo trayecto, deteniéndose ante 14 escenas o estaciones para meditar los sufrimientos de Jesucristo y unirse interiormente con Él.
Los distintos textos que se han hecho, son un instrumento, no sólo para la oración vocal, sino que pueda ayudar a la meditación personal, a la reflexión sobre el misterio de la redención y sobre todo al diálogo intimo con el Señor.
Los textos intentan ser un medio para la oración personal o comunitaria, sobre todo en momentos fuertes en que la Liturgia nos invita a asociarnos a la Pasión del Señor, por ejemplo en los viernes de Cuaresma, o el Viernes Santo.
Las "estaciones" (casi siempre 14), están tomadas de los relatos evangélicos de la Pasión.

La devoción del Via Crucis


Surgió y se desarrolló en el mundo occidental a finales de la Edad Media, quizá como sustitución de las peregrinaciones a Tierra Santa, cuando aumentaron las dificultades para poder realizarlas.
1. El Via Crucis sigue siendo un modo de oración muy válido, sobre todo en las últimas semanas de la Cuaresma, cuando la atención de la comunidad cristiana se centra en la Pasión de Cristo.
Es un ejercicio piadoso que tiene como tema de meditación y oración el mismo que la liturgia: la muerte salvadora de Jesús, su entrega pascual. Eso sí, tiene una pedagogía distinta: las «estaciones», imitando el camino de Jesús hacia la Cruz; lecturas bíblicas; oraciones más libres; estrofas de algún canto adecuado; momentos de silencio reflexivo.
Tanto si se hace en la iglesia como en un espacio abierto, el Via Crucis puede ser una buena experiencia de oración y una preparación válida para la celebración de la Pascua. No es extraño que, históricamente, esta clase de oración caminante tuviera su origen en Jerusalén, donde los peregrinos pronto empezaron a querer seguir las huellas del camino de Jesús hacia el Calvario, a lo largo de la «Via dolorosa". Pero, al correr de los siglos, también en otros lugares se quiso imitar este ejercicio piadoso. Reflexionar y orar en torno a la muerte de Cristo ha sido siempre una de las dimensiones más populares de la fe cristiana.
La estructura actual de las catorce estaciones tomó forma en el siglo XVIII, pero siempre había existido un margen de flexibilidad en esta oración. En un tiempo como el nuestro, en el que incluso las formas más importantes de oración, por ejemplo las plegarias eucarísticas, han sido objeto de profunda revisión eclesial, no es extraño que también al Via Crucis le haya afectado este deseo de renovación.
Los criterios que poco a poco han ido prevaleciendo, por iniciativa privada y a veces también por orientaciones magisteriales (aunque por tratarse de algo que no es celebración litúrgica no sean tan oficiales), se puede decir que son estos:
a) dar importancia a las escenas que aparecen en el evangelio, y relativizar otras: así, permanece el recuerdo del Cireneo que ayuda a Jesús y su encuentro con las mujeres, y desaparece de las estaciones la escena de la Verónica. Desaparece también el encuentro de María con su Hijo durante el camino, mientras que se tiende a recordar con una estación su presencia con Juan al pie de la Cruz;
b) se evitan los duplicados: las tres caídas de Jesús, quedan reducidas a una;
c) se tiende a iniciar el camino de la cruz, no en la escena de la condena a muerte por parte de Pilato, como antes, sino en la Ultima Cena (que ya fue anticipo sacramental de la muerte de Cristo) o al menos en su agonía en Getsemaní;
d) también hay una opción bastante constante, de no terminar el Via crucis en la escena del sepulcro, sino en la resurrección; aunque sea «el camino de la cruz», pero se quiere concluir con la perspectiva de la nueva vida a la que pasa Cristo;
e) se han privilegiado las lecturas biblicas, aunque también tienen cabida las reflexiones más personales; en el Via Crucis del Viernes Santo, el Papa ha ido invitando a personas concretas a preparar y pronunciar las reflexiones y oraciones que les parecieran convenientes: el 1993, a una religiosa católica italiana; el 1994, a un patriarca ortodoxo; el 1995, a una monja protestante suiza…
Con estos criterios, se suele configurar ahora el Via Crucis de forma distinta.
Via Crucis tradicional
1. Jesús condenado a muerte
2. Jesús carga con la cruz
3. Jesús cae por primera vez
4. Encuentro con su madre
5. El cireneo
6. La Verónica
7. Cae por segunda vez
8. Mujeres de Jerusalén
9. Cae por tercera vez
10. Despojado de vestidos
11. Clavado en la cruz
12. Muerte de Jesús
13. Bajado de la cruz
14. Sepultado

Via Crucis más actualizado
1. La Ultima Cena (Mt 26, 20-29)
2. Agonía del huerto (Lc 22,41-46)
3. Arresto de Jesús (Mt 26,47-56)
4. Ante el Sanedrín (Mc 14,53-65)
5. Pedro le niega (Mc 14,66-72)
6. Ante Pilato (Jn 18,28-38)
7. Flagelación (Mc 15,15-19)
8. Condenado a muerte (Mt 27,12-15.26)
9. Cireneo y mujeres (Lc 23,26-32)
10. Crucifixión (Mc 15,22-30)
11. Palabras de Cristo (Lc 23,34)
12. Muerte de Jesús (Jn 19,31-34)
13. Sepultura (Lc 23,50-56)
14. Resurrecci6n (Mt 27,62-66; 28,1-7)
En ocasiones sucesivas, en el Via Crucis "del Papa", se han variado algunas estaciones: a veces se omiten la Ultima Cena y la Resurrección, y se introducen la traición de Judas, la fe del buen ladrón y la presencia de María y Juan al pie de la Cruz.
El Via Crucis bien hecho nos ayuda:
- a meditar en la Pasión de Cristo, valorando la seriedad de su entrega redentora,
- a interpretar la historia contemporánea de la Humanidad como participación en este camino doloroso de Cristo,
- a solidarizarnos personalmente cada uno de nosotros tanto con el camino de Cristo como con el de la Humanidad: para dar esta dimensión de entrega pascual también a nuestra existencia, con sus fatigas y dificultades. Se trata de "concelebrar" con Cristo y con todos los hombres el misterio de la cruz: "tome su cruz y sígame".

martes, 19 de marzo de 2013

La lección del coscorrón



En una ocasión David, el dueño de una modesta hostería en el este de Rusia llamó a la puerta de Yitzchak Levi, un hombre mayor, famoso por la sabiduría de sus consejos y el poder de sus buenos deseos.
—Maestro, vengo a pedirle un consejo. ¿Está permitido defender las propiedades? —le preguntó.
—Desde luego que sí, ¿qué necesitas defender? —preguntó, a su vez, Yitzchak Levi.
—Mi negocio. Deme sus buenos deseos —repuso David.
—Explícame mejor —solicitó el sabio.
—Todas las noches, una pandilla de jóvenes campesinos entra a robarme la comida.
—¿Y cómo piensas defenderte?
—Mi paciencia llegó al límite. Les grité que no volvieran. Incluso compré un perro guardián, pero no sirvió de nada. Sólo queda un remedio: hoy mismo iré a comprar un rifle. Deme sus buenos deseos.
—¿Y cómo usarás el rifle para proteger tu propiedad? —preguntó Yitzchak Levi.
—Cuando oiga que se acercan dispararé al aire, y si alguno se aproxima, le apuntaré. Esos rufianes sólo entienden la fuerza.
El hombre sabio quedó pensando y le dijo:
—¿Y no crees que ellos también pueden comprar un rifle? Si tú usas uno los invitarás a que sean más astutos y violentos.
—No veo otro remedio. Así que voy a la tienda —repuso enojado David antes de salir y alejarse por la calle.
Yitzchak Levi salió corriendo a alcanzarlo.
—¡Espera! ¡Espera! He cambiado de parecer —le gritó.
David se detuvo y caminó en dirección a él.
—Puedo darte mis buenos deseos, pero primero haremos una prueba —le aclaró.
Sin más explicaciones Yitzchak Levi le dio un fuerte coscorrón.
—¿Por qué hiciste eso? Tú no tienes por qué pegarme —se quejó David.
Yitzchak Levi se explicó.
—Te di el coscorrón porque pensé que sólo entendías a través de la violencia. Pero he notado que sabes bien que hay otras formas de llegar a acuerdos para vivir mejor en sociedad, como esta charla ¿verdad?
—Pues sí… —comentó David.
—Ahora puedes ver que tu proyecto del rifle no tiene ningún sentido. Quienes te roban carecen de civilidad. La clave para corregir la situación no es ponerte a su nivel ¡pronto todo sería un desorden y la gente andaría disparando acá y allá! El secreto es buscar que ellos aprendan, entiendan y alcancen un nivel de pensamiento más alto —le dijo.
Aquella noche los dos esperaron juntos a los jóvenes bandidos y, al verlos llegar, los invitaron a conversar. David les ofreció trabajo a cambio de buenos alimentos y establecieron así un pacto de concordia y respeto

lunes, 18 de marzo de 2013

Cuarta parte del Tema: ¿Que es la Cuaresma?


V.- Aspectos pastorales que conviene resaltar
El tiempo de Cuaresma es un tiempo litúrgico fuerte, en el que toda la Iglesia se prepara para la celebración de las fiestas pascuales. La Pascua del Señor, el Bautismo y la invitación a la reconciliación, mediante el Sacramento de la Penitencia, son sus grandes coordenadas.
Se deben utilizar como medios de acción pastoral:
1) La catequesis del Misterio Pascual y de los sacramentos;
2) La exposición y celebración abundante de la Palabra de Dios, como lo aconseja vivamente el cánon. 767, & 3, 3.
3) La participación, de ser posible diaria, en la liturgia cuaresmal, en las celebraciones penitenciales y, sobre todo, en la recepción del sacramento de la penitencia: “son momentos fuertes en la práctica penitencial de la Iglesia” (CEC, n. 1438), haciendo notar que “junto a las consecuencias sociales del pecado, detesta el mismo pecado en cuanto es ofensa a Dios”; y,
4) El fomento de los ejercicios espirituales, las peregrinaciones, como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna y las obras caritativas y misioneras.

jueves, 14 de marzo de 2013

Habemus Papam: Jorge Mario Bergoglio es el nuevo Papa Franciso



El arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, de 77 años y jesuíta, es el nuevo Papa Francisco Pasadas las 8 de la tarde, el cardenal Tauran ha pronunciado el «Habemus Papam» para a continuación revelar el nombre del nuevo Pontífice ante la máxima expectación de millones de personas en el mundo.

El nuevo Pontífice fue el segundo más votado en el cónclave de 2005, en el que fue elegido el alemán Joseph Ratzinger, Benedicto XVI.
A las 20.22, como es tradición, el nuevo Papa se ha asomado al balcón central de la Basílica de San Pedro, donde ha recibido la ovación de la miles de personas que desafían la lluvia y el frío en la Plaza de San Pedro. «Primero de todo, quiero elevar una oración por nuestro Papa emérito», han sido sus primeras palabras. A continuación, ha rezado el Padre Nuestro junto a los fieles de la plaza y ha impartido la bendición «Urbi et Orbi».
La fumata blanca que ha emergido a las 19.06 de este miércoles de la chimenea de la Capilla Sixtina indicaba que al menos dos tercios de los 115 cardenales que participan en el Cónclave se han puesto de acuerdo y ya hay un elegido para suceder a Benedicto XVI en la Cátedra de Pedro. El acuerdo ha llegado en la quinta votación, tras dos fumatas negras.
A pesar del frío y la lluvia, miles de fieles y curiosos congregados en la plaza de San Pedro han vivido con emoción el momento en el que el humo blanco anunciaba al mundo que los más de 1.200 millones de católicos ya tienen un nuevo líder espiritual.
El nombre del sucesor de Pedro se conocerá tras aproximadamente 40 minutos, cuando el cardenal protodiácono, Jean Luis Tauran -si no es él el elegido– pronunciará el esperado «Habemus Papam» y el nombre del Pontífice, el cual saldrá al balcón para saludar a los fieles.
Los 115 cardenales electores del Colegio Cardenalicio, habían vuelto este miércoles por la tarde, hacia las 16.00 horas, a la Capilla Sixtina, por tercera vez después de las dos primera fumatas, que fueron negras, la primera, este martes a las 19.41 horas, y la segunda este mismo miércoles por la mañana, a las 11.38 horas, informa Ep.
En estos 40 minutos que median entre el momento en que sale la fumata blanca y el momento en que se escucha el «Habemus Papam», el nuevo Papa entra en la «habitación de las lágrimas» para vestirse y regresa a la Capilla Sixtina para celebrar una pequeña ceremonia con una oración y un pasaje del Evangelio. En ese momento, todos los cardenales demuestran su obediencia al nuevo Pontífice y después cantan el Te Deum. Además, por primera vez, el nuevo Pontífice irá a la Capilla Paulina a rezar unos minutos.

Los fieles han llenado la plaza de San Pedro del Vaticano para poder ver al nuevo Papa salir al balcón. Tras la fumata blanca y unos minutos de incertidumbre, los congregados en la plaza han comenzado a correr para acercarse lo más posible a la basílica y ser testigos de las primeras palabras del nuevo Pontífice.
El humo blanco ha provocado el aplauso de la gente congregada en la plaza de San Pedro y se han producido abrazos y vítores de ‘habemus papam’. Un grupo de hermanas dominicas no ha podido contener las lágrimas que, han asegurado, son «de emoción». También unas jóvenes italianas que esperan la llegada del nuevo Papa han descrito el momento como «la felicidad total», mientras que unos jóvenes seminaristas llegados desde Venezuela y México han explicado que esperan que el nuevo Pontífice «tenga el perfil de Cristo» sin importar «el país del que proceda». «Lo importante es que nos lleve hasta Dios», han señalado.
El ambiente en la plaza es de fiesta, con personas corriendo, cantando y saltando, mientras continúan llegando más fieles. Durante la espera de la fumata había numerosos fieles, pero tras el anuncio de la elección la plaza se ha abarrotado. Los presentes han solicitado que se cierren los paraguas y que la gente baje ya sus pancartas para poder observar bien la llegada del Santo Padre.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Tercera parte del Tema: ¿Que es la Cuaresma?


III.- La liturgia cuaresmal en nuestros días: su estructura y su significado
La Cuaresma romana comienza el Miércoles de ceniza y concluye inmediatamente antes de la misa vespertina in Coena Domini. Todo este período forma una unidad, pudiéndose distinguir los siguientes elementos:
1) El Miércoles de ceniza,
2) Los domingos, agrupados en el binomio, I-II; III, IV y V; y el domingo de Ramos de la Pasión del Señor,
3) La Misa Crismal y
4) Las ferias.
Nos ocuparemos brevemente de cada uno de ellos.
1) El Miércoles de ceniza
El origen de la imposición de la ceniza pertenece a la estructura de la penitencia canónica. Empieza a ser obligatorio para toda la comunidad cristiana a partir del siglo X. El liturgia actual, conserva los elementos tradicionales: imposición de la ceniza y ayuno riguroso. Marca el comienzo de la Cuaresma. Su conversión en caput quadragessimae, ha exigido revisar las lecturas y los textos eucológicos de la misa y del oficio divino.
La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar dentro de la misa, después de la homilía; aunque en circunstancias especiales, se puede hacer dentro de una celebración de la Palabra. La ceniza procede de los ramos bendecidos el Domingo de la Pasión del Señor, del año anterior, siguiendo una costumbre que se remonta al siglo XII. La fórmula de bendición hace relación a la condición pecadora de quienes la recibirán. Las fórmulas de imposición de la ceniza se inspiran en la Escritura: Gn, 3, 19 y Mc 1, 15.
El simbolismo de la ceniza es el siguiente:
a) condición débil y caduca del hombre, que camina hacia la muerte;
b) situación pecadora del hombre;
c) oración y súplica ardiente para que el Señor acuda en su ayuda;
d) resurrección, ya que el hombre está destinado a participar en el triunfo de Cristo, y
e) Pascual, al complementarse con el agua purificadora de la vigilia de Resurrección. En suma: es un día penitencial obligatorio para toda la Iglesia y está marcado por el ayuno y la abstinencia.
2) Los domingos I y II de Cuaresma
Siguen la orientación de la época de San León: celebrar la «cuarentena» del Señor y su transfiguración. Este tema aparece en los dos domingos. El primer domingo tiene una importancia especial, por ser «el venerable sacramento de la observancia cuaresmal anual»; en el segundo, la presentación de Moisés y Elías.
3) Los domingos III, IV y V de Cuaresma
Estos domingos fueron tradicionalmente los días en que se celebraban los tres escrutinios; por eso se leían en la misa las lecturas del diálogos de Jesús con la samaritana, de la curación del ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro, evangelios en donde el Bautismo aparece como el sacramento del agua, de iluminación y de la vida nueva.
En consecuencia el domingo II es el «domingo del agua»; el domingo IV, «el domingo de la luz»; el domingo V, «el domingo de la vida nueva». Estamos frente a unos «domingos sacramentales», porque comportan, tanto para los catecúmenos como para los fieles, un encuentro personal con Cristo, como sucedió con la samaritana, al ciego de nacimiento y a Lázaro resucitado.
Las lecturas veterotestamentarias, forman una unidad catequética, presentando las cinco grandes etapas de la historia de la salvación, desde los orígenes, hasta el umbral del Nuevo Testamento.
4) Domingo de Ramos de la Pasión del Señor
Desde el siglo V, el domingo último de Cuaresma encontró en Roma su forma definitiva como domingo de la Pasión, y seguirá así hasta el siglo X. Se aparta de esta manera de los otros ritos que tenían como núcleo central la entrada triunfal de Cristo en la Ciudad Santa, como ocurría en Jerusalén. Con este domingo da inicio la Semana Santa, en la cual la Iglesia celebra los misterios de la salvación realizados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén.
El misal de San Pío V, presentaba esta liturgia en cinco partes: a) bendición de los ramos, dentro de una extensísima celebración, estructurada como misa; b) distribución de los ramos, mientras se cantaban dos antífonas; c) procesión: el recorrido partía de la iglesia y se regresaba a ella; d) rito ante las puertas de la iglesia, que permanecían cerradas, con cantos desde dentro y fuera de la iglesia, una vez abiertas entraba la procesión, y e) la celebración de la misa romana de Pasión.
Pío XII, revisó y modificó estos ritos, agrupándolos en dos partes: la procesión solemne en honor a Cristo Rey y la misa de Pasión simplificó la bendición de los ramos, modificó su distribución y suprimió la ceremonia ante las puertas de la Iglesia.
En la situación actual, la liturgia de este domingo, llamado Dominica in Palmis de Passione Domini, la procesión y la misa ya no son dos partes independientes sino elementos de un todo. Se ha logrado integrar las dos tradiciones, la romana y la jerosolimitana, logrando que el Domingo de Ramos se presente como presagio del triunfo real de Cristo y anuncio de su Pasión, aspectos que se han de poner en evidencia tanto en la celebración como en la catequesis del día. “La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías llevará a cabo mediante la Pascua de su muerte y de su Resurrección. Con su celebración, la liturgia de la Iglesia abre la gran Semana Santa” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 560).
5) La misa crismal
Según una antigua tradición, el Jueves Santo por la mañana se celebra la misa crismal, en la que el obispo de la diócesis, que concelebra con su presbiterio, consagra el santo crisma y bendice el óleo de los catecúmenos y la unción de los enfermos.
La concelebración de la misa crismal manifiesta la comunión entre el sacerdocio y el ministerio que existe entre el obispo y los presbíteros. El rico significado teológico y pastoral de esta celebración en la vida de la diócesis reclama que sea única, que tenga lugar en la catedral y que participe el mayor número de fieles.
La nueva revisión de la “Institutio Generalis Missalis Romani”, aprobada por Juan Pablo II el Jueves Santo del 2000, indica que es competencia de la Conferencia Episcopal, preparar el calendario litúrgico de la Nación, indicando que no se propongan cambios “nisi revera sint maximi momenti” (n. 394).
6) Las ferias de Cuaresma
La Celebración de la Cuaresma recae fundamentalmente en los domingos, y tienen preferencia sobre las solemnidades. Sin embargo su celebración se complementa con las ferias, que prevalecen sobre las memorias obligatorias.
La catequesis durante esos días consiste en:
a) la conversión del corazón y el culto que desde el interior, es debido a Dios;
b) el perdón fraterno, como requisito indispensable para obtener el perdón de Dios, y
c) la renovación personal de la vida y la entrega amorosa a los demás, como frutos del Misterio Pascual.

martes, 12 de marzo de 2013

Una docena de galletas


En Albany, la colonia holandesa, vivía el panadero Van Amsterdam, célebre por su honestidad ya que siempre daba a sus clientes lo que correspondía al importe que pagaban. Su tienda permanecía ocupada a todas horas, en especial a inicios de diciembre: el día 6 se festeja a San Nicolás y se acostumbran las galletas de jengibre, con la forma del santo, decoradas con azúcar blanca y roja.
Una tarde entró a al negocio un anciana, envuelta en un chal negro.
—Una docena de galletas, por favor —pidió.
Van Amsterdam puso doce en una bolsa. 

—Aquí tiene.
—Espere, pedí una docena, y me está dando doce.
—Sí, una docena son doce.
—No, son trece.
—No señora. Cada cliente obtiene las que paga. Ni más ni menos.
—Pues entonces no las compro. Buenas tardes. Aprenda a contar... —dijo la anciana al salir.
Desde ese día, el negocio empezó a ir mal. Los pasteles no se cocían, la tarta de manzana quedaba ácida, las galletas se quemaban. Los clientes preferían otras tiendas.
Transcurrió un año. La panadería estaba vacía. Para el día de San Nicolás Van Amsterdam preparó las galletas de siempre. No vendió una sola y, muy triste, se fue a dormir.
Soñó con San Nicolás. En el sueño, el panadero era de nuevo pequeño, y estaba rodeado de otros chicos como él. San Nicolás sacaba un regalo y otro de su saco. ¡Nunca se terminaban y siempre había más! Cuando él se acercó el enorme hombre vestido de rojo, recibió una bolsa de las propias galletas que él preparaba. Al levantar la cabeza para darle las gracias vio que ya no se trataba del santo, sino de la anciana del chal negro.
El panadero despertó y pensó. “Ya entiendo. Siempre doy a mis clientes las galletas que pagan. Ni una más. ¿Por qué no hacerlo?”
Al día siguiente horneó de nuevo. Las galletas quedaron riquísimas. Acababa de ponerlas en la vitrina cuando vio entrar a la mujer del chal negro.
—Por favor, una docena —pidió.
El panadero contó doce galletas y una más.
—Desde hoy las docenas incluyen trece.
—Veo que ya aprendió a contar —comentó la mujer antes de salir.
Por un momento los ojos de Van Amsterdam parecieron jugarle un truco: en vez del chal negro vio el traje rojo de San Nicolás.
El rumor de lo ocurrido se extendió y pronto el negocio estuvo lleno. Los otros panaderos siguieron el ejemplo. Hasta hoy, en la fiesta de San Nicolás es tradición dar trece piezas cuando las personas piden una docena.

lunes, 11 de marzo de 2013

Segunda parte del Tema: ¿Que es la Cuaresma?


II.- Sentido tradicional de la Cuaresma Romana
La Cuaresma Romana tradicional estaba marcada por tres hechos, que estudiaremos brevemente:
1.- La Preparación de la comunidad cristiana a la Pascua;
2.- El Catecumenado;
3.- La penitencia canónica.
1.- La preparación de la comunidad cristiana a la Pascua
Según San León, la Cuaresma es “un retiro colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales con la purificación del corazón y una práctica perfecta de la vida cristiana” (Esta definición es deducida del análisis del sermón 42).
Se trataba, por tanto, de un tiempo, introducido por la imitación de Cristo y de Moisés, en el que la comunidad cristiana se esforzaba en realizar una profunda renovación interior. El Catecismo de la Iglesia Católica retoma esta idea y la expresa de la siguiente manera: “La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto” (n. 540).
2. El catecumenado
Según atestigua la Tradición Apostólica, el catecumenado, a principios del siglo III, duraba tres años.
Empezaba por el grupo de los audientes, quienes recibían una profunda formación doctrinal y se iniciaban en la práctica de la doctrina cristiana. Unos días antes, el grupo de los elegidos o electi, para recibir los sacramentos de la iniciación cristiana en la Vigilia Pascual, entre los que tenían especial importancia y solemnidad los del sábado por la mañana. Es el catecumenado simple.
Posteriormente, el catecumenado se centró sobre los electi y no en los audientes, que iniciaban su preparación inmediata con el rito de la inscripción del nombre al principio de la Cuaresma, y se prolongaban a lo largo de la misma. Se celebraban tres escrutinios en los domingos III, IV y V, y el Sábado Santo por la mañana, tenía lugar el último exorcismo, en el cual, además de rociar con saliva los oídos y las narices de los catecúmenos, se les ungía el pecho con óleo; ellos, por su parte, renunciaban a los poderes del mal y recitaban el símbolo de la fe.
a) A principios del siglo VI desapareció el catecumenado simple, se volvieron muy escasos los bautismos de adultos, y los niños que se presentaban para bautizar, procedían de familias ya cristianas. Esta nueva situación exige una reorganización prebautismal: al principio había tres escrutinios y en el siglo VI, son siete.
b) La preparación de los catecúmenos y su organización modela en un primer momento el espíritu y la liturgia de la Cuaresma. El ayuno de la comunidad cristiana va sobre todo a los catecúmenos, sin olvidar a los penitentes.
c) Una evolución posterior, trajo como consecuencia que los escrutinios se desligasen de la liturgia cuaresmal, provocando una nueva reorganización.
d) El mayor cambio fue cuando la Cuaresma misma pasó a ser el tiempo en que todos los cristianos se dedicaban a una revisión profunda de su vida, y a prepararse, mediante una auténtica conversión, a celebrar el misterio de la Pascua. Quedó clausurada la perspectiva abierta por la institución penitencial y del catecumenado, con menoscabo de la teología bautismal.
3.- La penitencia canónica
La reconciliación de los penitentes sometidos a la penitencia canónica, se asoció al Jueves Santo. Por ese motivo, los penitentes se inscribían como tales el primer domingo de Cuaresma, recorriendo el período cuaresmal, con severas penitencias corporales y oraciones muy intensas, para ultimar el proceso de su conversión. La imposición de la ceniza es, por ejemplo, uno de esos testimonio de la liturgia cuaresmal.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Símbolos de la Cuaresma


Conoce los símbolos de la cuaresma y su significado: ceniza, desierto, 40 días, ayuno, etc.
Las cenizas
Es el residuo de la combustión por el fuego de las cosas o de las personas. Este símbolo ya se emplea en la primera página de la Biblia cuando se nos cuenta que "Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gen 2,7). Eso es lo que significa el nombre de "Adán". Y se le recuerda enseguida que ése es precisamente su fin: "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19).
Por extensión, pues, representa la conciencia de la nada, de la nulidad de la creatura con respecto al Creador, según las palabras de Abrahán: "Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a hablar a mi Señor" (Gn 18,27).
Esto nos lleva a todos a asumir una actitud de humildad ("humildad" viene de humus, "tierra"): "polvo y ceniza son los hombres" (Si 17,32), "todos caminan hacia una misma meta: todos han salido del polvo y todos vuelven al polvo" (Qo 3,20), "todos expiran y al polvo retornan" (Sal 104,29). Por lo tanto, la ceniza significa también el sufrimiento, el luto, el arrepentimiento. En Job (Jb 42,6) es explícítamente signo de dolor y de penitencia. De aquí se desprendió la costumbre, por largo tiempo conservada en los monasterios, de extender a los moribundos en el suelo recubierto con ceniza dispuesta en forma de cruz. La ceniza se mezcla a veces con los alimentos de los ascetas y la ceniza bendita se utiliza en ritos como la consagración de una iglesia, etc.
La costumbre actual de que todos los fieles reciban en su frente o en su cabeza el signo de la ceniza al comienzo de la Cuaresma no es muy antiguo.
En los primeros siglos se expresó con este gesto el camino cuaresmal de los "penitentes", o sea, del grupo de pecadores que querían recibir la reconciliación al final de la Cuaresma, el Jueves Santo, a las puertas de la Pascua. Vestidos con hábito penitencial y con la ceniza que ellos mismos se imponían en la cabeza, se presentaban ante la comunidad y expresaban así su conversión.
En el siglo XI, desaparecida ya la institución de los penitentes como grupo, se vio que el gesto de la ceniza era bueno para todos, y así, al comienzo de este período litúrgico, este rito se empezó a realizar para todos los cristianos, de modo que toda la comunidad se reconocía pecadora, dispuesta a emprender el camino de la conversión cuaresmal.
En la última reforma litúrgica se ha reorganizado el rito de la imposición de la ceniza de un modo más expresivo y pedagógico. Ya no se realiza al principio de la celebración o independientemente de ella, sino después de las lecturas bíblicas y de la homilía. Así la Palabra de Dios, que nos invita ese día a la conversión, es la que da contenido y sentido al gesto.
Además, se puede hacer la imposición de las cenizas fuera de la Eucaristía -en las comunidades que no tienen sacerdote-, pero siempre en el contexto de la escucha de la Palabra.
El desierto
Geográficamente hablando, es un lugar despoblado, árido, solo, inhabitado, caracterizado por la escasez de vegetación y la falta de agua.
Es el lugar donde transcurre el ayuno, considerado como desasimiento y soledad exterior e interior, para llevar, al que en él se interna, a la uníón con Dios.
Los textos bíblicos en que se fundamenta esta afirmación son los cuarenta días de Moisés sin comer ni beber en la montaña del Sinaí para recibir la Ley (Ex 24, 12-18; 34) y los cuarenta días de Elias (1 Re 19,3-8). Elías vive la dureza del desierto reconfortado por la comida y bebida misteriosa, y recorre su camino superando el decaimiento de los israelitas en los cuarenta años de marcha hacia la tierra prometida. Se trata, en todos los casos, de hombres marcados por la visión de Dios al final de dicho camino. Estas narraciones nos ayudan a entender el sentido de los cuarenta días de desierto de Cristo (Primer Domingo de Cuaresma), vivido como experiencia de la tentación y encuentro íntimo con el Padre, pero, también, como preparación a su ministerio público.
Para la Biblia, el desierto es, además, una época de oración intensa. Es el lugar del sufrimiento purificador y de la reflexión, aunque también es una gracia que puede rechazarse.
De hecho, el ayuno de Moisés contrasta con el rechazo de los cuarenta años de desierto por parte del pueblo. Los cuarenta días de Moisés son el rehacer un camino de fidelidad que el pueblo no supo andar, así como los de Cristo lo son para la prueba que el Espíritu Santo permitía al tentador (Mt 4, 1).
El desierto es la geografía concreta, el espacio y el tiempo de la unión con Dios. Por eso Oseas (Os 2, 16-17) lo propone como el lugar propicio para captar su mensaje espiritual, al igual que lo hace la Iglesia con sus hijos en la Cuaresma.
Muchas veces en nuestra vida cotidiana rechazamos esos espacios de silencio y soledad porque tenemos miedo de encontrarnos con nosotros mismos y con Dios y descubrir qué lejos estamos de su proyecto sobre nosotros. Por eso, el "desierto" requiere el coraje de los humildes, de los que no tienen miedo de volver a empezar…
Los cuarenta días
La organización cuaresmal es un tiempo simbólico que hecha sus raíces en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Los cuarenta días de Moisés y de Elías o los cuarenta años del Pueblo elegido en el desierto no son referencias secundarias. La tradición judeo-cristiana ha visto en este número una determinada significación. Probablemente la idea más antigua sea la referencia a los años de desierto vistos como un tiempo asociado al castigo de Dios (cf. Nm 14,34; Gn 7,4. 12. 17; Ez 4,6; 29, 11-13).
En el Deuteronomio aparece una interpretacíón de los cuarenta años como el tiempo de la prueba a la que Dios somete al pueblo (Dt 2,7; 8,2-4). Son los días del crecimiento de la fe, según el Salmo 94, 10. Para los Hechos de los Apóstoles, el número cuarenta continúa siendo simbólico. Lucas divide la vida de Moisés en tres períodos de cuarenta años (Hch 7,23 y 7,30); hace referencia a los cuarenta años del reinado de Saúl (Hch 13,21); y a los cuarenta días de la Ascensión (Hch 1, 3).
Estos cuarenta días podrían, entonces, considerarse como ese "hoy" del que habla la Carta a los Hebreos al referirse al Sal 94, como ese "tiempo propicio" para escuchar la voz de Dios y no endurecer el corazón.
En efecto, nuestra relación con Dios necesita no sólo de un "espacio" adecuado (el desierto como lugar de silencio), sino también de un "tiempo" oportuno y concreto, "suficiente" para escuchar, a través de nuestra conciencia, su voz de Padre que corrige y consuela a la vez.
El ayuno
Junto con el desierto y la oración, el ayuno parece ser una de las mediaciones privilegiadas de todo tiempo penitencial, de revisión de vida y de búsqueda sincera de Dios. Por eso, como hemos visto al referirnos al desierto, generalmente van unidos. Todos los que se retiran al desierto para encontrarse con Dios, ayunan.
Sin embargo, los profetas Joel e Isaías nos indican el verdadero sentido de esta antigua práctica penitencial:
… Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios. (Joel 2, 12-18)
Este es el ayuno que yo amo, oráculo del Señor: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo… (Isaías 58, 6-9)
A la luz de sus palabras, comprendemos por qué, con el tiempo, el ayuno como abstención de comida ha cedido lugar al ayuno como símbolo y expresión de una renuncia a todo aquello que nos impide realizar en nosotros el proyecto de Dios, invitándonos a transformarlo en un gesto de solidaridad efectiva con los que pasan hambre (es decir, ayunan forzosamente), trabajando por la eliminación de toda injusticia en la vida personal y social, y por la liberación de toda opresión, explotación y corrupción.
Naturalmente, sería más fácil limitarnos a "cumplir" con el ayuno de alimentos propuesto por la Iglesia. Pero necesitamos descubrir esos "otros" ayunos como medio adecuado para cambiar lo que más nos cuesta. Tal vez se trate de hablar menos, de hacer menos gastos superfluos, de perder menos tiempo frente al televisor para entregarlo a alguien que necesite nuestra asistencia, etc.
Por eso el ayuno tiene que ir unido a la limosna, al gesto caritativo, que es también una acción preferencial de la Cuaresma, según la tradición cristiana. Si ayunáramos sólo para sufrir o demostrar que somos fuertes, estaríamos desvirtuando su verdadera finalidad.

Oración al Sagrado Corazón de Jesús

Oración al Sagrado Corazón de Jesús para una grave necesidad (rezar por tres días). Oh Divino Jesús que dijiste: «Pedid y recibiréis; b...