miércoles, 5 de septiembre de 2012

QUINTA PARTE DEL TEME CULTIVAR LA FE EN LA FAMILIA


4. A modo de conclusión
En el V Encuentro Mundial de las Familias que tuvo lugar en Valencia (España), el Papa Benedicto XVI recordaba que “transmitir la fe a los hijos, con la ayuda de otras personas e instituciones como la parroquia, la escuela o las asociaciones católicas, es una responsabilidad que los padres no pueden olvidar, descuidar o delegar totalmente” (Benedicto XVI, 8 de julio de 2006).
El Papa añadía, de un modo muy hermoso y comprometedor, que “la criatura concebida ha de ser educada en la fe, amada y protegida. Los hijos, con el fundamental derecho a nacer y ser educados en la fe, tienen derecho a un hogar que tenga como modelo el de Nazaret y sean preservados de toda clase de insidias y amenazas”.
Cuando un hijo pequeño empieza a preguntar a sus padres cómo es Dios, surge en algunos hogares una cierta inquietud: ¿estaremos preparados para introducir al hijo en el mundo del Evangelio? ¿Seremos capaces de ofrecer a los hijos un hogar semejante al de Nazaret?
Las preguntas inocentes del niño pueden convertirse en una ayuda providencial por la que Dios se vale para mover a los padres a elevar una oración confiada, para abrirse a la ayuda divina a la hora de afrontar con mayor entusiasmo sus compromisos como esposos llamados a la tarea de educar a los hijos en la fe.
“Padre Santo, los hijos que han nacido de nuestro amor existen porque Tú los amas desde toda la eternidad. Enséñanos a cuidarlos siempre con cariño exigente y con exigencia cariñosa. Danos luz y consejo para que podamos transmitirles las palabras de tu Hijo. Ayúdales a vivir según tu Amor. Protégelos de los peligros del mundo. Sobre todo, permítenos ser, como esposos y como padres, ejemplos limpios y alegres de tu bondad y de tu misericordia. Para que así, algún día, podamos cantar tu gloria, todos juntos, como familia, en el lugar que Cristo nos ha preparado en el cielo. Amén”.

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